«¿Pedirá a Dios en oración y con seriedad, que le ilumine?
David escoge la palabra «ley», puesto que está tratando con la obediencia. La Palabra de Dios, es una ley. Esa palabra trae a la mente imágenes negativas, de restricción. Pero la ley de Dios no es un conjunto de decretos arbitrarios, con el fin de causar pesar al hombre.
«Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.»
Efesios 2:13
La ley de Dios es como la ley de la gravedad; es una verdad inmutable que es necesario considerar.
La mayoría de las personas no opinarían que la ley de la gravedad limita la alegría de nuestras vidas. ¡El hombre hasta aprendió a volar! Sin embargo, si viola la ley de la gravedad, o las leyes de la aerodinámica, sufrirá consecuencias. Los «pilotos iluminados», obedecen las leyes de la aerodinámica y de la gravedad.
David desea obedecer la ley de Dios. Sabe que éste es el camino a la verdadera felicidad. Pide entendimiento para mantenerse dentro de los límites de la ley. David se ha comprometido a obedecer antes de recibir el entendimiento. Después de la petición, promete: «guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón».
En el primer versículo de esta estrofa, el énfasis está con la duración del compromiso de David: guardar el camino «hasta el fin». En este versículo el énfasis recae en la intensidad del compromiso de David: «de todo corazón». El mundo tiene muchos cristianos «a medias». Puede ser que estén llenos de información de la Biblia, pero carecen de entendimiento; lo evidencia su falta de compromiso.
¿Está listo para establecer tal compromiso? ¿Qué está dispuesto a sacrificar para obtener el verdadero entendimiento? ¿Dejará de lado su pecado favorito? ¿Permitirá que Dios renueve su actitud? ¿Someterá su voluntad a la de Dios? La verdad de Dios no puede comprarse con dinero; requiere compromiso.
Nuestra búsqueda de la aplicación de esta verdad a nuestras vidas, nos lleva a Filipenses: «Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer; por su buena voluntad». La gracia de Dios no solo nos da poder para cumplir su plan, sino que también es suficiente para hacernos querer hacer la voluntad de Dios. Este concepto es tremendo cuando estamos abatidos y pensamos que no tenemos la fuerza de voluntad para seguir adelante. Si tan solo sometemos nuestra voluntad a Dios, Él nos dará entendimiento. El arreglará nuestro «querer». Nos iluminará. Muchos toman la decisión de establecer un compromiso, pero se desaniman porque no han sido iluminados. Sencillamente no comprenden. ¿Pedirá a Dios en oración y con seriedad, que le ilumine?